Se acaba el año y yo tenía el firme propósito de escribir una entrada en la que hiciera balance de este año en distintos órdenes. En el social y las terribles pérdidas de derechos y oportunidades que hemos tenido en este país. En el económico y laboral. En el interno, con nuestras reivindicaciones, iniciativas y actividades para tratar de mejorar la calidad de vida de los vecinos y defender lo que es de todos y ha de seguir siéndolo. Esas cosas habituales...
Pero no lo voy a hacer. No quiero terminar el año con el poso pesimista de lo que no se logró, de lo que se quedó en el camino, de los esfuerzos que aunque triunfan no terminan de cubrir todas nuestras expectativas porque siempre hay frentes abiertos. Además, ese tipo de balances ya los han hecho otros de manera profusa y certera.
Es el momento de pensar en que cada día hay que vivirlo como si no hubiese mañana. De disfrutar de lo sencillo y no por que esté marcado en las agendas. De darse a las personas, y en especial a las que más queremos y a veces olvidamos. De olvidar lo material y centrarnos en lo sentimental. De pensar en los otros y así ser felices nosotros mismos. De creer en nuestras capacidades, de aprovechar nuestra experiencia, de sentirnos orgullosos del camino andado y seguir emprendiendo otros nuevos. De ser optimistas como mejor medio de ser transgresores (y no por las previsiones del señor del plasma).
Vecinos, vecinas. Como colofón a este año que cada uno hemos vivido de una forma y respetando el sentimiento de cada uno, os invito a soñar.
Y que el 2015 nos traiga fuerzas para seguir adelante a todos!